jueves, 30 de enero de 2014

Agricultura, sequías, huracanes y granizadas en el Benidorm del siglo XVIII.



Francisco Amillo



En el siglo XVIII, como en épocas anteriores, la agricultura seguía siendo la base de la economía y la alimentación de los habitantes de Benidorm y la Marina Baja. Esta centuria se caracterizó por un notable crecimiento de la población, el cual fue posible por un paralelo aumento de la producción agrícola. 

No era una agricultura fácil. Las calamidades climáticas se cebaban a menudo sobre ella y la población pasaba grandes estrecheces y hambre. Por eso recurrían a los poderes celestiales pidiéndoles que acabasen con ellas. También recurrieron a las autoridades del Reino pidiéndoles moratorias en los impuestos y en las deudas contraídas por causa de los fenómenos climáticos.




La agricultura en el Benidorm del siglo XVIII

La actividad agrícola de Benidorm se había concentrado desde 1666 en las tierras de l'Alfàs de Baix, conjunto de partidas rurales próximas a la actual localidad de l'Alfàs del Pi. Allí los pobres caudales del Reg Major de l'Alfàs o Séquia Mare, permitían cultivos de hortalizas, legumbres y frutales que se utilizaban en su mayor parte para el autoconsumo campesino. 
La excepción más notable, dentro del regadío benidormí, la constituía la morera, cuyas hojas se destinaban a la cría del gusano de seda y constituían la materia prima de una industria sedera muy importante en el siglo XVIII valenciano ya que su exportación constituía una saneada fuente de ingresos para el Reino. Las moreras solían cultivarse en los márgenes de las huertas y estaban protegidas por la legislación que prohibía arrancar los árboles y si no había más remedio que arrancar algunos se deberían plantar 3 nuevos por cada uno que se talase.
A principios del siglo XVIII era también importante el cultivo de otra planta industrial, el tabaco, y había una fábrica en Benidorm para elaborarlo. Pero se cerró en fecha que desconocemos y ya no vuelve a parecer el cultivo del tabaco.


Una peculiaridad dentro del regadío de autoconsumo de Benidorm, que lo diferenciaba de otras poblaciones de la Marina, era la importancia que alcanzaba el cultivo del maíz como cereal panificable y por contra la escasez de trigo. Sus campos de maíz llamaron la atención de Cavanilles, un gran botánico que hacía minuciosas descripciones de todo tipo de plantas que veía en sus viajes. En el caso de Benidorm hizo el camino viniendo desde Altea. Aún no existía la carretera nacional y siguió el antiguo camino de origen romano de Altea a Benidorm que en la actualidad está ocupado en su mayor parte por una carretera local. Pasado el Albir entró en el término de Benidorm. La zona, entre el camino real de Valencia, Sierra Helada hasta el Pla de Baió, se denominaba en aquella época, según Pasqual Almiñana [1], Pla de l'Assagador, que hoy día es una partida de superficie muy reducida lindando con el Albir. 
Pasó junto al grupo de casas de la ermita de Sanz, por unas tierras regadas con el "braçal de Sans" el brazal más largo de la Séquia Mare. Allí le sorprendió la existencia de "maices monstruosos cuyas cañas tienen ordinariamente cinco varas y media, y algunas ocho". Si tomamos como referencia la vara castellana, la más usada en la época, que equivalía a 0,836 metros, tendríamos unos maíces de entre 4,5 y 6,6 metros de altura. Si utilizamos la equivalencia de la vara de Alicante, que medía 0,912 metros, oscilarían entre los 5 y 7 metros. En ambos casos se trataba de unas plantas de altura extraordinaria puesto que hoy día suelen llegar a un máximo de 4 metros. 
Este predominio del maíz se hacía, como también señalaba Cavanilles, a costa del trigo: "No prosperan allí los trigos". Por esa causa era frecuente la importación de trigo de otras tierras.



El valenciano Antonio José Cavanilles (1745 —1804) fue un gran botánico que recorrió el Reino de Valencia entre 1791 y 1793. Fruto de este viaje fue la redacción de su libro: "Observaciones sobre la Historia natural, geografía, agricultura, población y frutos del Reyno de Valencia". Facilita información relevante sobre gran número de localidades valencianas, entre ellas Benidorm. (Imagen de Wikipedia)


Para estos cultivos de regadío se utilizaba el caudal de la Séquia Mare que era escaso, sobre todo en Benidorm que era el final del riego. Las filtraciones por grietas en el cauce suponían importantes pérdidas. Por eso el agua sólo podía regar una parte, la menor, de las tierras de cultivo. Los continuos pleitos mantenidos entre agricultores y señores territoriales por la escasez y alto precio del agua así lo ponen de manifiesto. Fue un enfrentamiento muy duro, con protestas campesinas que, como en la Nucia en 1727 podían desembocar en tiroteos. También con el desahucio de varios campesinos que perdieron tierras, casas o ambas a la vez. Los tribunales siempre dieron la razón a los señores. Sólo las reiteradas protestas campesinas pudieron aliviar parcialmente su situación ya que los señores no tuvieron más remedio que pactar unas "concordias".
Pero a pesar de estos intentos de mejorar la acequia, el agua seguía siendo escasa y por eso se recurría al agua subterránea captada mediante norias. Así se paliaba la insuficiencia del Reg Major y se incrementaba la superficie de regadío, aunque esta agua era a menudo salobre y no servía para todos los cultivos. 




Bodegón con pan, higos y cesto que se conserva en el Museo del Louvre.  (Fuente Wikipedia). Fue pintado por Luis Egidio Meléndez hacia 1773, es decir en la época que estamos comentando. La alimentación de las clases populares de Benidorm no era muy variada pero sí suficiente cuando había unas cosechas buenas o normales. La situación cambiaba con las catástrofes meteorológicas. 


Por estas causas, en Benidorm, la superficie agrícola dedicada al secano era mucho mayor que la del regadío. Un secano que en el siglo XVIII incrementó aún más su superficie. Se produjo un gran crecimiento demográfico que implicó mayor necesidad de alimentos. Las tierras llanas y regables del Alfàs de Baix, que fueron las primeras que Beatriu Fajardo entregó a sus vasallos a partir de 1666, estaban explotadas al máximo y fue preciso roturar otras nuevas. Pero las disponibles estaban en el otro extremo de Benidorm, en la zona de Poniente, donde no llegaba el Reg Major. Algunas pequeñas fuentes, como por ejemplo la de la Perola y el Moralet, permitían algo de regadío, pero era muy escaso. La mayoría era secano y además con un terreno abrupto con numerosas pendientes. Aquí y en las laderas montañosas de Sierra Helada situadas a mayor cota que la acequia del Reg Major, no se podía regar. Aún así se pusieron en cultivo y esta roturación suscitó críticas muy duras, como la que se encuentra en una de las "cobletes" o coplillas populares que recogió Miguel Guardiola en Benidorm [2]: 


Tu que sembres i llaures
per les costeres,
en arribar la collita,
¡colliras pedres!

(Tu que siembras y labras
en las pendientes,
a la hora de la cosecha,
¡cogerás piedras!)

Pero la necesidad se imponía y por pobres que fuesen los rendimientos de estas nuevas tierras constituían un aporte más a la economía familiar. De esta forma los cultivos de secano cobraron gran auge y siguieron ocupando la parte más importante de la superficie agrícola. Su producción se destinaba al autoconsumo y también a la venta. 

Entre las producciones del secano destacaban las algarrobas, destinadas al alimento del ganado. También era importante la vid, de la que obtenían el vino y las pasas. Igualmente alcanzaron importancia las almendras y los higos secos. Todos estos productos, con mayor o menor transformación, eran susceptibles de venta y con el dinero obtenido se podían pagar los impuestos y cubrir otras necesidades básicas. En una época en que no existía la refrigeración de los alimentos sólo podían venderse productos que se pudiesen conservar durante un año o más. 
También el cáñamo fue un cultivo importante del secano que permitía, junto con el esparto recolectado, obtener dinero en efectivo. Eran dos vegetales imprescindibles para la pesca y navegación, actividades económicas que en Benidorm alcanzaron un extraordinario auge en este siglo. Con esas materias primas se mantenía una industria dedicada a la fabricación de velas, redes, cuerdas, etc. Con el esparto se construían también, sobre todo en el ámbito doméstico, gran cantidad de objetos de la vida cotidiana (calzado, cestas, albardas, etc.)

A finales del siglo XVIII la producción agrícola de Benidorm era la siguiente, según Cavanilles:

Regadío:
maíz ..........1.000 cahíces (1) ..... 666.000  litros
trigo ............. 100 cahíces ............  66.600  litros
seda ..........1.500 libras (2) ................ 600  kilogramos

Secano:
cebada ............ 900 cahíces .............599.400  litros
almendra ..........700 cahíces .............466.200  litros
higos ............ 6.400 arrobas (3) ..........66.560  kilogramos
algarrobas ...20.000 arrobas .............208.000  kilogramos
pasas ...............800  arrobas ..................8.320  kilogramos
vino ...............7.000  cántaros (4) ......... 74.900  litros

(1) cahíz = 666 litros
(2) libra = 0,4 kg
(3) arroba = 10,4 kg, 
(4) cántaro = 10,7 litros


Respecto al regadío Cavanilles habla de legumbres y hortalizas sin especificar especies ni cantidades lo cual puede atribuirse a que, al dedicarse al autoconsumo, no se computaba su producción. Algo similar debía pasar con el olivo, que tampoco es citado por el ilustre naturalista pero sí por otros autores; constituía un elemento de primera necesidad para la alimentación, iluminación, etc.

Estas producciones agrícolas se conseguían a base de un trabajo duro, con una mano de obra muy intensiva y de jornadas larguísimas. Permitieron obtener suficientes alimentos y dinero a pesar del continuado y extraordinario crecimiento de la población de Benidorm. El propio Cavanilles habla de una población saludable y longeva, lo cual en aquella época implicaba una correcta alimentación.

Población de Benidorm en el siglo XVIII según los censos de la época y otras fuentes: 


Año ........... Habitantes    
1703 ..........153   
1712 ..........180   
1730 ..........581   
1768 .......1.601   
1786 .......2.526   
1793.......2.700  

El extraordinario crecimiento demográfico de Benidorm a lo largo del siglo XVIII impulsó la roturación de nuevas tierras de peor calidad porque las mejores ya se habían roturado en el siglo anterior. Ante la imposibilidad de obtener el sustento de la tierra fueron muchos los benidormenses que se dedicaron a las actividades marítimas. En ese siglo los almadraberos de Benidorm se hicieron famosos en todo el litoral mediterráneo.




Climatología adversa y cosechas.

El trabajo de los agricultores producía suficientes alimentos en los años que, desde un punto climático, podían calificarse como “buenos” o "normales". Pero el clima mediterráneo se caracteriza precisamente por su irregularidad con lo que las catástrofes meteorológicas, muy frecuentes, podían causar graves quebrantos a la economía campesina. En esos casos la pérdida de la cosecha de un alimento imprescindible, como por ejemplo el maíz, ocasionaba el hambre y a menudo tumultos. Así todos los estudios señalan que el enorme seguimiento popular que tuvo el "motín de Esquilache" de 1766 fue sobre todo a causa del hambre provocada por la carestía de trigo y los consecuentes altos precios del pan. Y la causa última de todo ello habían sido las malas cosechas causadas por una adversa climatología.

La climatología podía perjudicar a la producción agrícola de muchas maneras: heladas, inundaciones, vientos huracanados, etc., aunque había dos fenómenos que eran especialmente dañinos: la sequía y el granizo.

De septiembre a noviembre podían sobrevenir fuertes temporales de lluvia. Grandes cantidades de agua se concentraban en muy corto espacio de tiempo produciéndose riadas e inundaciones. En esos casos se perdían las cosechas de arroz (cultivado en el Albir) y las legumbres; las almendras y aceitunas también podían sufrir daños. 
Los cereales, recogidos en junio o julio, no peligraban por esas lluvias. El peligro para ellos venía de la sequía, sobre todo la de abril y mayo. Si no se podía remediar con el regadío se perdía casi toda la producción.
Las heladas de finales del invierno y principios de la primavera (febrero-marzo), hoy son casi inexistentes en Benidorm, pero en aquella época el clima era más frío. Podían destruir algunas producciones aunque si eran muy tempranas se podía sembrar de nuevo y salvar las cosechas de cereales y hortalizas. En cambio peligraba la producción de seda ya que las heladas secaban los brotes de las moreras. A éstas, sin embargo no les llegaban a afectar las lluvias torrenciales del otoño.
Las tormentas de granizo en mayo y junio eran las más graves ya que destruían todas las cosechas, tanto de cereales, legumbres y hortalizas como de arbolado y dejaban el territorio tan yermo y desolado "como en el mes de enero". Si se producían en agosto y septiembre podían dañar gravemente los cultivos que fructificaban en esos  meses, destacando la higuera, el almendro, la vid y el olivo. En todos los casos los daños en árboles y arbustos suponían la pérdida de la cosecha de más de un año.
Según Jorge Olcina las tormentas de granizo se concentran en los meses de mayo- junio (47 %) y en los de agosto-septiembre (23 %) [3] 
Un ejemplo de los efectos del granizo en verano lo vemos en este texto del Archivo Municipal de Polop que describe las consecuencias para las tierras que hoy día pertenecen a l'Alfàs del Pi: "En 23 de julio de 1772 entre quatro y cinco de la tarde apedreó tan reciamente en este término de Polop a la partida de la Alfaz que se pararon piedras de diez y seis onzas de doce [459,2 gramos; 1 onza = 28,7 g], y en les foyes Blanques casi todos eran como huevos, de suerte que no quedaron hubas, higos ni otros frutos. Mucha parte de la almendra se la llevó la mar. La mayor parte de estas partidas desampararon el Pais, buscando por fuerza su jornal." (Citado por Joaquín Fuster [4])



Granizo de gran tamaño

Podemos comprobar en ese texto que las zonas damnificadas se despoblaban parcialmente ya que ante la pérdida de la cosecha muchos agricultores buscaban trabajo como jornaleros en otros pueblos. Respecto a las almendras en el mar, era un caso que también se produjo en ocasiones en Benidorm y después de algunas tormentas había pescadores que podían llenar algunos sacos de almendras u olivas arrastrados hasta la playa por los barrancos desbordados.



Año 2010: estado de las vides tras el pedrisco



Efectos del pedrisco en las aceitunas. Si el granizo era de gran tamaño tiraba al suelo las aceitunas y se perdía una buena parte de la cosecha.


El escaso desarrollo tecnológico de la época hacía que los agricultores estuviesen totalmente indefensos frente a estas condiciones meteorológicas adversas. En este aspecto la situación era muy similar a la de siglos anteriores: los avances científicos del "siglo de las luces" tuvieron escasa incidencia en el campo valenciano. 

Y sin embargo los fenómenos meteorológicos preocupaban seriamente a los agricultores que escrutaban el cielo intentando predecir el imprevisible tiempo atmosférico. Pero dada su impotencia, a menudo la mirada al cielo se convertía en una súplica a la divinidad y a sus santos. Su actitud se podría resumir en el refrán "A Dios rogando y con el mazo dando". Es decir que debían tener los ojos fijos en el cielo y los pies bien asentados en el suelo...


A Dios rogando...

Había santos especializados para ciertos fenómenos atmosféricos: Santa Bárbara era la patrona de las tormentas y los santos Abdón y Senén, "els sants de la pedra", eran invocados en Benidorm como protectores ante el pedrisco y la langosta. Pero en caso de apuro se solicitaba la ayuda de otros muchos santos. La ayuda celestial era muy necesaria, llegase de donde llegase...

En muchísimos pueblos y prácticamente en todas las épocas se han celebrado rogativas pidiendo la lluvia. Se suplicaba a las Vírgenes o a los santos que el pueblo consideraba más milagrosos el final de una sequía que estaba causando hambre. Joaquín Fuster en su ya citado libro "Baronía de Polop" cuenta que "El año de 1775 se destacó por haberse agudizado la sequía que desde años anteriores venía padeciendo Polop. Es sabido que en todos estos pueblos, cuando se sufría una sequía, recurrían a invocar al santo más propenso a los milagros. Y el santo que en Polop remediaba las calamidades era San Roque. El pueblo en masa imploró a este santo su intercesión. Hicieron rogativas, y el día 23 de abril salió el santo procesionalmente. Unos vecinos aseguraron que vieron llorar a San Roque, y unos días después llovió en abundancia. Repicaron las campanas como en las grandes fiestas y todo el pueblo gritaba: «¡Milagro! ¡Milagro! » "

Si las lluvias del invierno habían sido escasas y luego faltaban las de la primavera se perdían casi todos los cultivos, pero sobre todo la cosecha de cereales, el principal alimento de las clases bajas. Al hambre de ese año se añadiría la del siguiente por falta de semillas para sembrar. Si se encadenaban varios años seguidos de escasas precipitaciones había que recurrir a los prestamistas, poniendo como aval en caso de impago tierras y casas.

Otra catástrofe podía ser el pedrisco. Ante ella estaban inermes y sin posibilidad de prepararse de antemano ya que solía llegar de improviso. Sólo cabía la prevención haciendo fiestas a finales de julio en honor  "als sants de la pedra" y realizando romerías a sus ermitas suplicándoles que los libraran de tal calamidad... En Benidorm, según indican Llorca Ibi y Jaume había una capilla dedicada a ellos en la iglesia parroquial, aunque posteriormente se perdió su culto.



... y con el mazo dando.

Pero cuando la calamidad había llegado era preciso buscar remedio. La solución individual ya hemos visto que era buscar trabajo en zonas no afectadas, pedir préstamos o comprar fiado. También había una solución colectiva, llevada a cabo por los municipios. Se trataba de pedir ayuda a las autoridades para que dispensara temporalmente a los damnificados del pago de los impuestos y de los intereses de las deudas contraídas con los particulares. 

Para conocer este aspecto hay un documento del 16 de septiembre del año 1776, durante el reinado de Carlos III, en el que el municipio de Benidorm solicitaba la ayuda de las autoridades. Se encuentra disponible en el blog de la Universidad de Alicante: http://blogs.ua.es/eltiempodelosmodernos/2014/01/20/1776-tormenta-sobre-benidorm/. 
Se incluye el documento digitalizado y una transcripción del mismo hecha por Enrique Giménez López.



"Carlos III en traje de cazador", pintado por Francisco de Goya y Lucientes entre 1786 y 1788. Este monarca fue muy receptivo a las peticiones de ayuda por parte de los agricultores agobiados por las catástrofes meteorológicas.


Las autoridades municipales informaban que en julio de 1772 Benidorm sufrió un fuerte temporal de agua, acompañado de gran cantidad de pedrisco y viento huracanado, que implicó la pérdida de las cosechas de ese año y los siguientes: "se imposibilitaron los campos, árboles y viñas, para dar el fruto colmado en los siguientes años". A los daños por esta calamidad se sumaba la sequía que había seguido, con lo que la situación económica del municipio era muy preocupante. Los daños se habían estimado en 440.000 reales.

Además muchos agricultores, a pesar de que tenían bienes ("tenían suficiente hacienda raíz"), estaban endeudados porque habían solicitado créditos y mercancías fiadas: "géneros y préstamos que habían tomado al fiado de varios Comerciantes y Mercaderes". 

Los benidormenses habían solicitado una moratoria de 5 años en el pago del impuesto y otra moratoria para hacer frente al acoso de los prestamistas. La respuesta tardó tres años en llegar ya que lo hizo en septiembre de 1775. Era favorable pero reducía la moratoria de 5 años a sólo uno: "se dignó por un efecto de vuestra Real Clemencia y su Decreto de 18 de septiembre siguiente, concederles dicha moratoria, aunque limitada a un año contado desde el día 25 de dicho mes de septiembre.
Otro efecto positivo de esta resolución oficial fue que se acabó el acoso y la amenaza de embargo de los acreedores: "desde entonces cesaron los apremios de las ejecuciones, que con el mayor dolor sufrían los Labradores instadas por sus acreedores Comerciantes y Mercaderes". 

Pero las desgracias meteorológicas no habían cesado y parecían cebarse sobre una población  ya muy castigada.  Al años siguiente, el mismo en el que se redacta el escrito que estamos analizando, cuando el trigo estaba ya maduro y a punto de recogerse, un temporal de agua hizo perder las cosechas de cereales. A ello se añadió una nueva tormenta que implicó la pérdida de las cosechas de la vid y arbolado: "haber perecido el fruto de los árboles y viñas de resultas de otra tempestad de aire y agua, que duró muchos días.

De nuevo volvía el peligro de los acreedores: "los apremios de ejecución serán ahora los más rigurosos en pasando este mes de septiembre". Los "Comerciantes y Mercaderes" iban pedir "mayores sumas que la de los créditos", porque no querían admitir en pago los bienes inmuebles (tierras o casas) por su justo valor.
Por eso suplicaban al rey que prorrogase las moratorias por dos o tres años más, "o por el tiempo que sea de su Real agrado, mayormente cuando son todos de arraigo conocido, y que los raíces que poseen, y con los que afianzan sus respectivas deudas, superan a estas superabundantemente."

Sorprende que se tardara tres años en dar respuesta a la petición. Según Armando Alberola la poco comprensiva actitud del intendente de Valencia, que posteriormente le sería censurada, determinó un retraso excesivo en el trámite del expediente. "Hasta agosto de 1775 no se trató este asunto en el Consejo de Castilla  el cual entendió ajustada a la realidad la valoración de las pérdidas y aceptó las solicitudes, a la par que enviaba un serio aviso al intendente por su proceder. Para el caso de que se repitiera una situación similar los miembros del Consejo de Castilla indicaban de manera taxativa que: «La noticia sola de un succeso funesto trascendental a todo un pueblo lleva consigo los poderes suficientes para excitar el corazon justo y compasibo del Soberano; y es como un denunciador que interpela al Consejo, cuyo instituto es proveer a las necesidades publicas. No son pues necesarios poderes ni aun peticiones, bastando el conocimiento en el Consejo de un mal publico para dispensar el alivio.» (AHN, Consejos, leg. 1.945, fol. 190-190v)"   [4]

Este caso de Benidorm, solicitando ayuda en forma de moratorias, no es exclusivo de nuestra ciudad. Hay varios autores que señalan que en la segunda mitad del siglo XVIII proliferan en toda España este tipo de solicitudes. Es totalmente improbable que esto obedezca a que en la primera mitad del siglo no sucedieron catástrofes meteorológicas. Por tanto el aumento de peticiones se debe atribuir a la actitud favorable de la monarquía, propia del paternalismo del Despotismo Ilustrado, que hacía que los reyes se considerasen como "los padres" de su pueblo. Carlos III es un buen ejemplo de esta mentalidad.

Para finalizar incluyo el documento de 1776. Para situarlo en su contexto histórico conviene recordar que unos meses antes, en marzo, se había producido el motín de Esquilache provocado por la carestía de alimentos. Una carestía y unas dificultades que continuaban en Benidorm en el mes de septiembre.  




"Señor.
Josef Fuster, Regidor Decano, y consortes hasta el número de once Labradores, vecinos de la Villa de Benidorm, Reino de Valencia, que constan de los tres Poderes que acompañan con esta Súplica, a L. P. de V. M. con el mayor respeto hacen presente: que el término de aquella Villa apenas compone en circuito una legua, y en él ha sido tal la escasez de agua de algunos años a esta parte, y tal el estrago que les hizo en sus respectivas haciendas la tempestad de aire, piedra y agua en el año de 1772, que las familias han quedado aniquiladas; de modo que (sobre importar el daño más de cuatrocientos cuarenta mil reales vellón, con lo que pereció totalmente la cosecha de aquel año) se imposibilitaron los campos, árboles y viñas, para dar el fruto colmado en los siguientes años, como así se ha verificado.
Mediante lo cual, y que muchos Labradores de aquella Villa, aunque tenían suficiente hacienda raíz, se hallaban atrasados en sus casas, y no podían cumplir los plazos de las deudas que contra sí tenían, dimanadas de géneros y préstamos que habían tomado al fiado de varios Comerciantes y Mercaderes; con este motivo, y que el atraso de todos había, acaso, dimanado de la esterilidad y tempestad referidos, acudieron algunos en vez de todos a V. M. por una moratoria de cinco años, cuyo expediente se dignó mandar pasar al Consejo, donde con audiencia Fiscal se examinó bien la materia mediante los informes que se sirvió tomar el vuestro Intendente de Valencia.
Y en vista de la Consulta que sobre todo tuvo a bien el Consejo de hacer a V. M. en agosto del año próximo pasado [1775], se dignó por un efecto de vuestra Real Clemencia y su Decreto de 18 de septiembre siguiente, concederles dicha moratoria, aunque limitada a un año contado desde el día 25 de dicho mes de septiembre, que fue la data del Despacho que se les expidió en el Consejo, como más por menor consta en la Escribanía de Cámara respectiva a la Corona de Aragón, cuyo Despacho fue cumplimentado por el Acuerdo de la Real Audiencia de Valencia en el día 14 de octubre de dicho año, e inmediatamente por las Justicias de dicha Villa de Benidorm, y desde entonces cesaron los apremios de las ejecuciones, que con el mayor dolor sufrían los Labradores instadas por sus acreedores Comerciantes y Mercaderes.
Esto no obstante (Señor), y que en todo este año  [1776] apenas les ha sido posible a dichos Labradores, repretándose en sus casas, mantener sus familias con el mayor afán y trabajo, frustándoseles por último la cosecha por haberles venido el agua del cielo cuando los panes ya estaba secos de necesidad, y haber perecido el fruto de los árboles y viñas de resultas de otra tempestad de aire y agua, que duró muchos días; por tanto, y que los apremios de ejecución serán ahora los más rigurosos en pasando este mes de septiembre, y darán lugar dichos acreedores Comerciantes y Mercaderes a que en el seguimiento de las ejecuciones se inviertan mayores sumas que la de los créditos, por no querer admitir en pago bienes raíces por el justo valor que tengan sin el estrépito y figura de juicio.
Suplican a V. M. que por un efecto de piedad se digne mirar a aquellos pobres labradores con ojos de misericordia, y prorrogarles dicha moratoria por dos o tres años más, o por el tiempo que sea de su Real agrado, mayormente cuando son todos de arraigo conocido, y que los raíces que poseen, y con los que afianzan sus respectivas deudas, superan a estas superabundantemente; será gracia y merced especial que esperan de la piedad de V. M.
Madrid, 16 de septiembre de 1776.
Por los suplicantes, y en virtud de los tres poderes que acompañan a esta Súplica, D. Manuel Llorca."


NOTAS:
[1] ALMIÑANA OROZCO, P.: Els topònims de Benidorm, pág. 245

[2] GUARDIOLA FUSTER, M.: Lírica tradicional valenciana, pág. 120

[3] OLCINA CANTOS, J.: Tormentas y granizadas en las tierras alicantinas, pag. 184. Este autor presenta la tabla siguiente sobre la frecuencia mensual de los episodios de pedrisco en tierras alicantinas (1965-1990):

Marzo..................1
Abril....................4
Mayo.................15
Junio................ 26
Julio................... 9
Agosto..............15
Septiembre......13
Octubre..............2
Noviembre.........1
Diciembre..........1

[4] FUSTER PÉREZ, J.: Baronía de Polop, año 1971.

[5] ALBEROLA ROMÁ, A.: "Los problemas de primavera y verano en la agricultura. Notas acerca de granizos y heladas en tierras valencianas durante el siglo XVIII." Disponible aquí 


1 comentario:

  1. Creo que se han olvidado en Benidorm de la parte alta de la partida de Tolls, donde estaban las fuentes y balsas del Saliner, de Berdín, dels Bessons, de Enmedio o del Paredón, de Barcelons, y alguna más, con más de 14 casas de labranza, con frutales y huertas desde mediados del Siglo XIX.
    Digo olvidado ya que no he encontrado un solo artículo que las cite, y debieron de ser muy importante a nivel local.

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